lunes, 11 de enero de 2010

Un italiano en el río Grande

El miércoles pasado recibí un SMS en inglés solicitando información sobre el río Grande y el Eume. Según rezaba el mensaje se trataban de unos amigos del inefable Germany que se encontraban en “mí” Costa da Morte con ganas de navegar. Tras una breve visual al río llamé a los remitentes para confirmar la reunión: “Meeting point: Ponte do Porto at eleven o’ clock”

El jueves bajo una granizada salvaje, me encuentro con los tres transalpinos en un bar del citado pueblo. Lo primero es agradecerles que no se partieran de risa con mi italiano ya que hace 20 años que no me expreso en dicha lengua. En principio pocos ánimos hay para navegar, ya que la temperatura ronda los cero grados, estando prácticamente al nivel del mar.

Tomado el obligado café para entrar en calor vamos para el embarque; allí al ver la sección inicial del río (lo más fuerte del tramo) me preguntan la graduación que le doy. Para mi es un cuarto “justito” pero para ellos ronda el cinco por lo cual empiezan a dudar sobre el carácter del resto del río.

Vale no lo ve claro y decide hacernos la navette acompañado por Patrizia, mientras que Roberto y yo vamos embarcando debajo de la sección fuerte.

Navegamos un par de rápidos fáciles y presitas para llegar a los primeros pasos algo más serios. Una serie de rampas y toboganes con volumen y salpicadas de alguna que otra roca que nos brindan una navegación alegre.

A pesar que el río se puede hacer prácticamente a vista, decidimos desembarcar en alguna ocasión para confirmar la ausencia de árboles o otras trampas tras las curvas que ha esculpido el río a través de las montañas.

Justamente a la entrada de la garganta y al final de un paso algo más fuerte que los demás nos encontramos con un tronco atravesado de lado a lado a la altura perfecta para dejarse uno los dientes. El porteo se vuelve obligatorio, siendo de cierta dificultad por las altas piedras que forman la garganta.

Nada más embarcar toca hacer una bonita chicane, seguida de un tobogán. Tras el cual desembarcamos para ver el siguiente paso: se trata de un pequeño escalón al que se accede haciendo una curva a la derecha y en el cual me anticipo para hacerle unas fotos a mi compañero. Roberto franquea el paso sin problemas y me comenta en la contra que está maravillado con el río, le sorprende tanto el paisaje virgen como la continuidad y variedad de pasos del mismo.



Salimos de la pequeña garganta y le comento que ya quedan pocos pasos para finalizar el río. Uno de estos rápidos es una pequeña curva con una ola alta en la entrada tras la cual hay un colchón. Desde fuera impresiona bastante aunque la línea es muy clara. Además se trata de un “Paso Pepe” con una gran contra en la recuperación. Mi compañero no lo ve claro de todo, pero después de verme hacer el paso se anima, resolviéndolo magistralmente.

A medida que avanzamos hacia el desembarco la dificultad disminuye y vamos charlando. Aquí me entero que este río es el número 727 de Roberto, lo cual es una cantidad, digna de record, nada despreciable de cauces navegables. Record, que por cierto mantiene un compañero suyo con más de 750 ríos sobre sus espaldas

Tras desembarcar, nos acercamos a tomar la cervecita de rigor y charlando largo y tendido sobre temas variados, tales como los permisos de navegación. Curiosamente España es el único país de Europa donde nos encontramos con problemas a la hora de bajar ríos, mientras que más allá de los Pirineos todo es facilidades para nuestro gremio.

Nos despedimos ya que a ellos les quedaban 2.000 Km bajo unas condiciones climáticas pésimas para llegar a sus hogares.

Me gustaría hacer una reflexión pública tras haber conocido a Roberto: Todos tendemos a idolatrar a palistas mediáticos, capaces de navegar rápidos salvajes y enfrentarse a saltos descomunales. Pero realmente nuestros ídolos deberían ser gente como este italiano, que con más de 50 años a un anda viajando por toda Europa navegando ríos desconocidos para él. Aunque no sea portada de la Kayak Session creo que estas personas son las que deberían de ser un modelo de conducta “piraguera” para nosotros. Lo único que me queda por decir es:

“Roberto, che grande sei!!!!”

1 comentario:

Anónimo dijo...

Roberto tiene más de 60 años!!!
Cenamos el mismo día en Colunga y charlamos.
En primavera también vienen siempre a España, y en el 2009 la "autoridad" les impidió bajar el río Jaráma. Les estaban esperando en el embarque, a pesar de esto me dijierón, es peor tener Berlusconi!!
Saludos
Germany